30 de julio de 2014

De los estigmas a la discriminación sutil



De los estigmas a la discriminación sutil
Autor: Mauricio Gutierrez (2014)
 La discriminación hacia las personas con VIH por parte de sus propias familias va desde formas “sutiles” hasta otras que pueden llegar incluso a las agresiones físicas.  El “no se lo digas a nadie”, “que no se enteren”, es evidencia de la desinformación
 
Poco se escribe pero mucho se habla en las salas de espera de las consultas de VIH sobre este tema. Frases como “en mi casa saben todo y me apoyan, me quieren, no les doy miedo… pero siempre me dicen... No se lo digas a nadie”, se escuchan con cierta frecuencia. Otros relatan “Mis platos, vasos y cubiertos están aparte”, o “desde que se los dije solo puedo usar el baño del cuarto de servicio”.

Con estas frases se evidencia, por un lado, muchísima desinformación o mala información sobre las formas de trasmisión del VIH, y por el otro, muestran cómo en algunas familias los estigmas relacionados con las personas con VIH continúan siendo un lugar común.

Cuando escucho eso de “no se lo digas a nadie” no puedo dejar pensar en el “closet” en que debe vivir esa persona. Que sea mi propia familia la que no me permita  expresar abiertamente lo que tengo me obligaría a mantenerme en el “closet” al no tomar en cuenta mis necesidades, sentimientos o intereses personales. 

Efectivamente, dentro del seno familiar la persona con VIH está protegida, segura y recibe un apoyo condicionado por su silencio, pero ¿dónde está la posibilidad de ejercer el derecho a tomar sus propias decisiones?, ¿Cómo ejerce su derecho a participar o a la información? Es cierto, en Venezuela, y seguramente en gran parte de nuestra América Latina, la protección real de los derechos de las personas afectadas por VIH es escasa por no decir nula, así lo evidencian los casos de denuncias ante la Defensoría del Pueblo de Venezuela que en ninguno de los 14 casos que he acompañado casos los han restituido, o la persona que intento denunciar al Ministerio de Alimentación y ni siquiera fue atendido. En el país tenemos marcos regulatorios de protección que no son aplicables por falta de instituciones que los honren. No es ninguna novedad, pero cada uno de nosotros debería ejercer sus libertades sin coacción de ningún tipo, así esta provenga de su familia.

En el informe sobre el derecho a la no discriminación por VIH en Venezuela (https://dl.dropboxusercontent.com/u/74089980/Informe_Acsol_web_04.10.11.pdf) se afirma que el 81 por ciento de las personas con VIH entrevistadas consideró que en Venezuela no se dispone de garantías para ejercer libremente el derecho de expresar su condición de salud sin que esto traiga alguna consecuencia.

Para que un país responda de manera real a la epidemia tiene que, en primer lugar crear las condiciones para que las personas afectadas, incluyendo parejas y familias disfruten todos sus derechos plenamente, sin  miedo a que este ejercicio traiga consecuencias negativas a través de su protección efectiva.  También debería promocionar la participación de las personas afectadas como desde los inicios de la epidemia en el años 1983 las mismas personas con VIH reunidas en Denver, Colorado. USA el año 1983 se recomendó. Sumado a lo anterior,  una compaña a través de los medios masivos de comunicación promocionando los derechos y desmontando los estereotipos negativos que se manejan y las formas de trasmisión el VIH. 

Solo así, y es mi humilde opinión, cambiaria el “no se lo digas a nadie”