Autor: Mauricio Gutierrez (2014)
La discriminación hacia las personas con VIH por parte de sus propias
familias va desde formas “sutiles” hasta otras que pueden llegar incluso a las
agresiones físicas. El “no se lo digas a
nadie”, “que no se enteren”, es evidencia de la desinformación
Poco se escribe pero mucho se
habla en las salas de espera de las consultas de VIH sobre este tema. Frases
como “en mi casa saben todo y me apoyan, me quieren, no les doy miedo… pero
siempre me dicen... No se lo digas a nadie”, se escuchan con cierta frecuencia.
Otros relatan “Mis platos, vasos y cubiertos están aparte”, o “desde que se los
dije solo puedo usar el baño del cuarto de servicio”.
Con estas frases se evidencia, por
un lado, muchísima desinformación o mala información sobre las formas de
trasmisión del VIH, y por el otro, muestran cómo en algunas familias los
estigmas relacionados con las personas con VIH continúan siendo un lugar común.
Cuando escucho eso de “no se lo
digas a nadie” no puedo dejar pensar en el “closet” en que debe vivir esa
persona. Que sea mi propia familia la que no me permita expresar abiertamente lo que tengo me
obligaría a mantenerme en el “closet” al no tomar en cuenta mis necesidades,
sentimientos o intereses personales.
Efectivamente, dentro del seno
familiar la persona con VIH está protegida, segura y recibe un apoyo
condicionado por su silencio, pero ¿dónde está la posibilidad de ejercer el
derecho a tomar sus propias decisiones?, ¿Cómo ejerce su derecho a participar o
a la información? Es cierto, en Venezuela, y seguramente en gran parte de
nuestra América Latina, la protección real de los derechos de las personas
afectadas por VIH es escasa por no decir nula, así lo evidencian los casos de
denuncias ante la Defensoría del Pueblo de Venezuela que en ninguno de los 14 casos
que he acompañado casos los han restituido, o la persona que intento denunciar
al Ministerio de Alimentación y ni siquiera fue atendido. En el país tenemos
marcos regulatorios de protección que no son aplicables por falta de
instituciones que los honren. No es ninguna novedad, pero cada uno de nosotros
debería ejercer sus libertades sin coacción de ningún tipo, así esta provenga
de su familia.
En el informe sobre el derecho a
la no discriminación por VIH en Venezuela (https://dl.dropboxusercontent.com/u/74089980/Informe_Acsol_web_04.10.11.pdf)
se afirma que el 81 por ciento de las personas con VIH entrevistadas consideró que en Venezuela no se
dispone de garantías para ejercer libremente el derecho de expresar su
condición de salud sin que esto traiga alguna consecuencia.
Para que un país responda de
manera real a la epidemia tiene que, en primer lugar crear las condiciones para
que las personas afectadas, incluyendo parejas y familias disfruten todos sus
derechos plenamente, sin miedo a que
este ejercicio traiga consecuencias negativas a través de su protección
efectiva. También debería promocionar la
participación de las personas afectadas como desde los inicios de la epidemia en
el años 1983 las mismas personas con VIH reunidas en Denver, Colorado. USA el
año 1983 se recomendó. Sumado a lo anterior,
una compaña a través de los medios masivos de comunicación promocionando
los derechos y desmontando los estereotipos negativos que se manejan y las
formas de trasmisión el VIH.
Solo así, y es mi humilde opinión, cambiaria el “no se lo digas a nadie”